Dicen que la incompetencia sumada a la prepotencia puede acarrear grandes catástrofes. Y si algo ha demostrado en los últimos meses la Gerencia del HUBU es precisamente eso, que no les importa absolutamente nada haber abocado a este hospital hacia la gran catástrofe de verse totalmente desprovisto de personal sanitario, entre ellos y especialmente de Enfermeras.
Hace años la crisis económica obligó a muchos a emigrar en busca de trabajo y ya en aquel momento se habló de "movilidad exterior" para ocultar una auténtica fuga de cerebros y talentos que se parece (en este caso a nivel regional) a lo que está sufriendo nuestro hospital en los últimos meses. Y es que da igual que lo disfraces de eufemismo o que inventes excusas ridículas: "Es que las promociones de enfermeras de la UBU se marchan porque no son de aquí", el problema no desaparece.
Cuando empezó la pandemia, allá por marzo del 2020, el hospital se llenó de gente joven, recién acabada, con mucha ilusión, poca experiencia y grandes ganas de sacar adelante lo que fuera; de esa gente ya no queda ni la sombra. Se les ha exprimido hasta la última gota, pidiéndoles cada día un poco más y más y más, sin dar nada a cambio. Eran contratos COVID, como si este tipo de contrato tuviese una cláusula especial que permitiese abusar de este personal sin ni siguiera darles sus días de descanso. Al resto de personal, aunque no fueran contratos COVID, se les ha pedido un último esfuerzo un día y otro y otro más, también hasta la extenuación. Pero ¿qué se podía hacer? había una pandemia y ninguna otra opción.
Y es que es más fácil inventar excusas que buscar soluciones; a pesar de que esas soluciones estén chillando a voz en grito en la puerta de tu despacho. Hace ya unas semanas que se detecta algo de movimiento por los despachos de la gerencia y direcciones, están nerviosos, dicen que no tienen personal para cubrir vacaciones, para abrir quirófanos, para ampliar consultas... que las bolsas de enfermería se han vaciado y que no saben de dónde contratar. Se han olvidado que llevamos meses chillándoles, rogándoles, pidiéndoles que nos den tregua, que respeten nuestros días libres, nuestras vacaciones, nuestros turnos, nuestros servicios. Que no somos robots, que llevamos más de un año en una situación de pandemia global que nos ha agotado física y mentalmente y que sólo queremos trabajar en las mejores condiciones posibles y con la mayor seguridad, tanto para nosotras como para los pacientes.
Y para ello es necesario un mínimo de respeto, sobre todo por parte de la administración; una administración que lleva un año sin dar las horas por excesos de jornada que debe a su personal, y liquidándolas a un precio ridículo (porque es mucho más rentable), una administración cuya planificación es tal que sobre la marcha va decidiendo qué hacer con el personal, cambiándolo continuamente de servicio para cubrir sus necesidades numéricas sin tener en cuenta que cualquier puesto necesita un mínimo de formación; una administración que ante la falta de personal ha decidido que en vez de buscar soluciones va a pedir un esfuerzo más a sus trabajadores machacados: que si tienen que renunciar a sus vacaciones no se quejen mucho, total estamos en pandemia.
Y no queremos ver porque falta personal... pero en las últimas semanas se han producido ceses de enfermeras renunciando a su contrato para irse a otra gerencia, otra gerencia que no les ha ofrecido más dinero, sino simplemente un puesto estable y un turno, vamos les ha ofrecido un poco de dignidad laboral.
Y es que a pesar de todo la gran catástrofe está todavía por llegar, ya que estamos perdiendo de forma irrecuperable a las generaciones más jóvenes obligándoles a emigrar o incluso a abandonar la profesión. Dentro de poco será necesario un recambio generacional en la enfermería burgalesa y habiéndoles obligado a marchar, ¿Quién querrá volver? ¿Qué pasará entonces cuando no haya enfermeras?
Quizá sea necesario empezar a parar ahora, que se vea qué pasa con el sistema cuando no hay enfermeras, para que vayamos haciéndonos a la idea y así el día que sea definitivo tengamos claro a quién culpar.
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