El yacimiento de Galería, uno de los más destacados de Atapuerca si consideramos los medios invertidos en su investigación, ha sido excavado en varias etapas. La primera de ellas transcurrió entre 1982 y 1996, y los resultados obtenidos y su interpretación por el Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) se dieron a conocer en una amplia monografía publicada por la Junta de Castilla y León en 1999. Las conclusiones entonces propuestas establecían que los restos arqueológicos registrados en Galería eran el resultado de ocupaciones temporales de la cueva en la segunda mitad del Pleistoceno Medio, realizadas por grupos humanos con tecnología achelense. La industria lítica de Galería se valoraba como uno de los más notables conjuntos del achelense en Europa, estimando que su larga secuencia estratigráfica permitía ampliar de manera importante el conocimiento de su evolución en el sur del continente.
De manera inmediata a algunos investigadores nos llamó la atención que el reducido conjunto de material tallado encontrado en Galería, unas 1.300 piezas repartidas por una larga serie de niveles y un espesor superior a 12 m, permitiera establecer conclusiones tan firmes e importantes. Pero para contrastar las hipótesis publicadas era imprescindible conocer bien los materiales arqueológicos que las sustentaban, lo cual no ha sido posible hasta que han sido depositados en el Museo de Burgos y puestos así a disposición de la comunidad científica.
En 2017, 18 años después de la publicación de la monografía final de la excavación, pudimos iniciar el estudio de la industria lítica de la primera etapa de excavaciones en Galería. Los resultados han sido publicados primero en el Boletín Arqueológico de la Universidad de Valladolid y recientemente en Trabajos de Prehistoria, órgano del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.). En ambos trabajos proponemos un modelo de interpretación de Galería muy diferente al propuesto por el EIA.
Las revisiones que hemos efectuado destacan en primer lugar el carácter discontinuo de la estratigrafía de Galería. Los niveles de Galería corresponden a etapas cortas, separadas por intervalos temporales más o menos prolongados, décadas, siglos o milenios. La industria lítica que contienen procede en buena medida del exterior de la cavidad y fue acumulada en el interior de la cueva fundamentalmente por procesos naturales.
La baja densidad de industria registrada en todos los niveles, incluso la ausencia total de restos en alguno de ellos, junto a las discontinuidades estratigráficas y la procedencia exterior de las piezas talladas, son factores determinantes que no se han tenido en cuenta en las interpretaciones anteriormente propuestas. La influencia de los procesos geológicos que determinaron la formación de los depósitos resulta un factor que condiciona de manera fundamental la interpretación arqueológica. La procedencia exterior de los sedimentos de Galería implica que gran parte del material arqueológico reconocido no fue producido ni utilizado en la cueva, sino que fue trasladado a su interior por procesos sedimentarios. Los conjuntos de industria recuperados en cada uno de los niveles de Galería no constituyen por tanto conjuntos homogéneos, e incluso pueden corresponder a distintos grupos humanos, con tecnologías tanto achelenses de tradición africana, como de tipo musteriense, asociadas a neandertales y desarrolladas en el continente europeo.
Una parte reducida de esos conjuntos (31 piezas de un total de 1329) está formada por hachas bifaciales y grandes lascas con filo transversal, utensilios propios del achelense. Los resultados de la revisión de estos utensilios descartan la posibilidad de llegar a establecer con tan exiguo conjunto cualquier tipo de tendencia evolutiva y nos permite concluir que las interpretaciones anteriormente publicadas por el EIA, que consideraban la industria de Galería como una secuencia marcada por una evolución progresiva y entre las más representativas del Achelense europeo, carecen de fundamento.
Nuestro estudio pretende contribuir al debate científico sobre Atapuerca –cosa que en alguna instancia superior del CENIEH, que no ha querido emitir una nota de prensa sobre nuestros resultados, no se debe compartir- y debería haber aparecido hace tiempo. Pero no se ha podido realizar hasta que el depósito en el Museo de Burgos de los materiales obtenidos en las campañas de 1982 a 1996 se ha completado. Solo más de 20 años después de finalizada la primera fase de excavaciones en Galería, y de la publicación por los investigadores de Atapuerca de la monografía que recoge sus interpretaciones, ha sido posible proponer hipótesis diferentes. Atapuerca tiene algunos yacimientos de primera importancia mundial, nadie lo duda, pero todos los materiales que se obtienen en ellos son bienes de dominio público y no pueden permanecer durante décadas inaccesibles a los investigadores que no pertenecen al equipo de Atapuerca.
Las características estratigráficas y arqueológicas de Galería, ahora bien conocidas, restan mucho interés a este yacimiento; pero se sigue excavando, aunque la finalidad científica de estos trabajos resulte etérea. Leyendo las declaraciones a la prensa de algunos directores del EIA, parece que el único fin es aumentar y acumular hallazgos, criterio que también es el que parece haber determinado las excavaciones que se han iniciado en otras cavidades de Atapuerca. Tan desproporcionadas intervenciones sirven poco más que para respaldar la actividad de grandes equipos de excavación. Se consumen así recursos públicos muy superiores a los que se invierten en el resto de la actividad arqueológica realizada en Castilla y León, aunque los resultados previsibles no justifiquen los presupuestos invertidos.