En la villa burgalesa de Quintanarraya, se ha restaurado el lavadero del pueblo y se ha pintado un mural en la fachada.
Durante estos últimos meses el Ayuntamiento ha procurado la restauración del tejado y las paredes, además de cambiar las ventanas que se encontraban tapiadas y abrir el ojo de buey que de igual forma se encontraba sellado.
Esta restauración finalizó el 8 de agosto de este año con la pintura de un mural el cuál lo ha realizado Susana Velasco.
El lavadero es un edificio de los años 50-60 que ha estado presente en la mayoría de los pueblos y que ahora se encuentra en desuso por lo que ha caído en el olvido. Según informan no es sólo una construcción tradicional rural, sino todas aquellas historias contadas y refranes del pueblo que esas paredes escucharon y que ahora mantienen en secreto.
Añaden que para los más jóvenes, es un edificio que no significa nada, y quizás carente de sentido en un primer momento; sin embargo, para generaciones ya más maduras es un lugar que les evoca recuerdos de la juventud, momentos de encuentro en los que compartían tardes con la pandilla y, por qué no, de algunos encuentros furtivos.
Para las personas mayores, los recuerdos son más profundos, de tiempos lejanos, en los que llevaban las ropas y paños al río, y se dejaban la espalda y los riñones lavando pacientemente, con sus manos ya cansadas de las demás tareas que la vida en el campo les imponía.
El motivo del mural quiere ser un pequeño homenaje a todas esas mujeres de aquella generación, cuyo continuo esfuerzo y sacrificio diario que siempre se ha menospreciado y que fue fundamental para sacar a sus familias adelante.
También es un recuerdo para valorar el trabajo de las gentes de aquella generación y fomentar la igualdad como herramienta de convivencia y respeto.
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