Los cereales son alimentos básicos para el consumo humano. Para mantener su producción, con frecuencia se utiliza agua recuperada para riego y fertilizantes que ayudan a mejorar la calidad del suelo. Esto puede aumentar la carga de contaminantes, que potencialmente pueden ser absorbidos por los cultivos y entrar luego en la cadena alimentaria.
En este contexto, investigadores del departamento de Medio Ambiente y Agronomía del INIA han analizado la presencia de contaminantes emergentes –recientemente introducidos en el medio ambiente y de los que se sabe muy poco– en cuatro tipos de grano muy consumidos: trigo, avena, cebada y arroz. Para ello tomaron 16 muestras, diez compradas en supermercados locales y el resto recolectadas directamente en campos de cereal.
Mediante una técnica de análisis muy sensible (espectrometría de masas acoplada a cromatografía de gases), los científicos se centraron en contaminantes procedentes de productos farmacéuticos, de higiene personal, plastificantes y otros aditivos industriales. Algunas de estas sustancias son tóxicas o se sospecha que lo son, como los bisfenoles, parabenos y nonilfenoles, con potencial de actuar como disruptores endocrinos.
En concreto, se ha buscado bisfenol A (que forma parte de muchos plásticos), bisfenol F (sustituto del anterior), metilparabeno (aditivo empleado en alimentos y productos de cuidado personal), propilparabeno (también usado en la industria alimentaria y cosmética), nonilfenol (que incorporan muchos detergentes y otros productos de limpieza) y seis medicamentos (alopurinol, ácido mefenámico, carbamazepina, paracetamol, diclofenaco e ibuprofeno).
Los resultados, publicados en abierto en la revista Frontiers in Chemistry, muestran que en todas las muestras estaba presente el bisfenol A (en concentraciones que oscilaban entre 2 y 1742 nanogramos/gramo) y una mezcla de isómeros de nonilfenol (con concentraciones medias en trigo, cebada, avena y arroz de 49, 90, 142 y 184 ng/g respectivamente).
En porcentajes menores también se encontró bisfenol F en seis muestras (hasta 22 ng/g), los dos parabenos, otro nonilfenol de cadena carbonada lineal (llamado 4-n-NP) y se confirmó la presencia de ibuprofeno en algunas de las muestras.
Los autores destacan la importancia de saber la concentración en cereales de los contaminantes de mayor frecuencia y concluyen que sería importante avanzar en el conocimiento de cómo afectan algunas prácticas agrícolas, como el uso de agua reciclada y la adición de enmiendas orgánicas, en los niveles de todos estos compuestos, cuya presencia en los alimentos podría suponer un riesgo para la salud.
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