Redacción BurgosNoticias
03/10/2020 - 10:57h.
La vuelta a las aulas está siendo muy complicada, no solo por los casos positivos de coronavirus, sino también por la realidad a la que los niños se están enfrentando: no pueden compartir, no pueden jugar con otros niños que no pertenezcan a su aula burbuja, no pueden abrazar, no pueden explorar... es decir, están dejando de realizar actividades propias de la infancia y, en consecuencia, están viviendo una situación que les genera estrés y ansiedad. Comunicarse con los hijos para poder identificar estos sentimientos negativos es muy importante.
La buena comunicación, tanto con los padres como con los maestros, ayuda a los niños a que tenga una autoestima fuerte, buenas relaciones con las demás personas y una personalidad saludable. Además, permite que ambos puedan expresar lo que sienten, algo muy necesario para poder adaptarse a la nueva normalidad.
Expertos de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) ofrecen una serie de recomendaciones para fomentar la sinceridad en niños y que la comunicación entre padres e hijos sea fluida y efectiva.
La primera pregunta que hemos de plantearnos es ¿Por qué un niño no es sincero? Pueden existir muchos motivos, los más habituales son:
- La imaginación y fantasía. Aún tiene dificultad para distinguir entre la realidad y su propia imaginación. En estos casos no se puede hablar de mentira ya que no existe intención de fingir, engañar o falsear la verdad. Los padres no deben recriminar al niño por una conducta no sincera cuando se trata de una simple confusión de planos de su mundo interno.
- También falsea la verdad para intentar manipular la realidad y conseguir algo que le interesa.
- La falta de sinceridad puede estar motivada por un nivel bajo de autoestima y falta de seguridad en sí mismo. El niño se siente incapaz de afrontar la realidad de una circunstancia o inventa situaciones en las que él es el protagonista que triunfa.
- Puede perseguir el objetivo de obtener atención de las personas importantes de su entorno.
- Tal vez esté intentando evitar un castigo, reprimenda u otra consecuencia negativa de alguna acción que ha realizado cuando sabía que no debía hacerlo.
- Para defenderse cuando se siente amenazado.
- Cuando siente falta de afecto y se refugia en un mundo de pura ficción.
- Por tratar de imitar el comportamiento de las personas que son significativas para él.
Los expertos de AMEI-WAECE ofrece algunos consejos y orientaciones para fomentar la sinceridad desde la primera infancia:
- Observar si el niño acostumbra a decir la verdad y reforzar cada ocasión con aprobaciones y alabanzas.
- Cuando comprueben que falta a la verdad, procurar averiguar qué lo motiva a hacerlo, intentando corregirlo.
- Es muy importante que los padres proporcionen un clima afectivo, de seguridad, aceptación y confianza donde el niño puede ser él mismo sin miedo a ser rechazado por no cumplir las expectativas de los padres.
- Cuando se exija sinceridad, añadir el razonamiento. Aunque no haya adquirido una conciencia moral, está sentando las bases para lograrlo.
- No hacer juicios de valor personal del niño, como llamarle mentiroso, y menos aún en presencia de otras personas. Se trata de modificar un aspecto de su comportamiento, no de cambiarlo a él como persona.
- Nunca deben presionar al niño tratando de hacerle sentir culpable. La culpa genera sentimientos negativos que interfieren en su equilibrio emocional.
- Los padres deben convertirse en el modelo correcto a imitar. Las pequeñas mentiras de conveniencia de los adultos son observadas e imitadas por los pequeños.
- Responder con sinceridad a sus preguntas, sin evasivas, aunque estén relacionadas con temas que los padres desean evitar como la sexualidad. Ocultar la verdad impide que se estimule la sinceridad.
La nueva normalidad de las aulas, en las que todo ha cambiado, puede provocar ansiedad por el aislamiento social e incluso muchos niños corren el riesgo de sufrir trastornos psicológicos permanentes, incluida la depresión. La comunicación sincera entre los niños y los adultos, tanto en el hogar como en la escuela, es clave para detectar síntomas que nos alerten del desarrollo de un posible trastorno emocional o psicológico.