Finalmente, no ha habido que esperar al 7 de enero para conocer el previsible desenlace del pulso interno mantenido para solventar el liderazgo del PSOE en Castilla y León.
A media tarde de ayer saltaba la noticia de que Luis Tudanca se echaba a un lado y no optaría a un nuevo mandato en las primarias convocadas para elegir al secretario autonómico del partido. Era la decisión lógica por un apuballante conjunto de razones que resulta ocioso reiterar, por mucho que Tudanca, muy presionado por su interesada "guardia de corps", haya esperado hasta el penúltimo día para entregar la cuchara.
Habida cuenta de todo lo que tenía en contra -empezando por Sánchez y Ferraz y continuando por las direcciones provinciales del PSOE en León y Valladolid- el propósito de Tudanca de perpetuarse en el cargo estaba condenado a un estrepitoso fracaso. Con la circunstancia personal de que le abocaría, tan pronto como acabara la presente legislatura autonómica, a registrarse como demandante de empleo en las oficinas del Ecyl.
Se ha impuesto la lógica, aunque lo que se desconoce -será cuestión de tiempo constatarlo- son las contrapartidas obtenidas por el todavía secretario autonómico antes de arrojar la toalla. En primer lugar, cual será su propio destino una vez que concluya la legislatura y con ella su puesto de portavoz del grupo socialista en las Cortes, función remunerada con la friolera de 100.871 euros brutos anuales. Y cual será la suerte que corra esa interesada "guardia de corps" encabezada por la secretaria de Organización del PSCyL y vicepresidenta segunda de las Cortes, Ana Sánchez, retribuida con idéntica morterada por su función parlamentaria.
No sabemos ni nos los van a contar los términos de la negociacion mantenida a tres bandas -Tudanca, Ferraz y el candidato oficialista, Carlos Martínez- para despejar el liderazgo del PSOE en Castilla y León. Ha trascendido -lo contó aquí de buena fuente Antonio Vega- que el todavía secretario autonómico planteó una bicefalía mediante la cual él mantendría el cargo orgánico dejando que otro candidato encarnara el cartel electoral socialista en los próximos comicios autonómicos. Pero, naturalmente, Ferraz no mordió ese anzuelo.
Vía libre, pues, para que el alcalde de Soria, Carlos Martínez, se convierta en el nuevo líder de los socialistas de Castilla y León, un papel para el que ha venido sonando en innumerables ocasiones sin que nunca se decidiera a dar el paso. Lo hace ahora apoyado por Ferraz con el visto bueno de los popes del partido en León y Valladolid, Javier Alfonso Cendón y Óscar Puente, asegurando -al menos hasta anteayer- que agotaría su mandato al frente de la Alcaldía soriana.
Partiendo de la base de que el relevo de Tudanca resultaba algo absolutamente imprescindible, nunca he ocultado mis dudas acerca de la idoneidad de Martínez para sucederle al frente del PSCL-PSOE. Que haya encadenado cuatro mayorías absolutas en las elecciones municipales no garantiza que sea el más indicado para encabezar el próximo cartel electoral de los socialistas de Castilla y León. Sin ir más lejos, creo que ese rol lo desempeñaría mucho mejor la también soriana Virginia Barcones, vicesecretaria autonómica del partido y, tras su abrupta salida de la Delegación del Gobierno, directora general de Protección Civíl en el ministerio del Interior. Pero, al igual que los del Señor, los caminos internos de los partidos, en este caso del PSOE, son inextricables. Ellos sabrán.
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