Lerma, en la provincia de Burgos, en la N-1, a mitad de camino entre la capital y Aranda de Duero es una villa de fundación prerromana, de tribus celtibéricas. Tierra de paso, situada en lugar estratégico que domina el río Arlanza, vivió diferentes culturas: romanos, suevos, visigodos, árabes...
Desde el año 900, el avance cristiano sitúa su frontera en el río Arlanza, iniciándose su repoblación, e instalando a lo largo del río una serie de posiciones fuertes y castillos, entre los que se encontraba el de Lerma.
El lugar elegido para emplazar este pueblo no pudo ser más adecuado, encrucijada de caminos y con unas inmejorables condiciones físicas y topográficas. Muy pronto el pequeño caserío se amuralla, disponiendo de cuatro puertas de entrada, de las que se conserva hoy el llamado "Arco de la Cárcel", puerta principal de la antigua muralla medieval.
Cerca de Lerma, Almanzor vence al Conde Sancho García en las Peñas de Cervera, momento en que Lerma sufre por última vez los efectos del castigo musulmán.
En el siglo XI empieza a vivir los tiempos de los señoríos, pasando a formar parte de los reinos leonés y aragonés. Tienen lugar las luchas entre los Castro y los Lara, que se enfrentarán en repetidas ocasiones a los reyes castellanos en sus luchas dinásticas (Fernando III "El Santo" y Alfonso XI, "El del Salado", sitiaron en varias ocasiones la villa de Lerma).
Extinguido el linaje de los Lara, la villa pasó a formar parte de las propiedades del rey, continuando como realenga hasta 1414, en que Fernando de Antequera hizo donación de la villa y sus propiedades con todos sus términos a Diego Gómez de Sandoval y Rojas por su apoyo en la batalla de Antequera y las luchas contra el Conde de Urgél.
Poco a poco Lerma abandonará el espíritu guerrero y la vida turbulenta y agitada de sus antecesores, convirtiéndose en fiel servidora de la familia real.
En 1574 Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas recibió el mayorazgo de la Casa, como IV Conde de Lerma y V Marqués de Denia. El primer paso fue convertir en ducado el título de Conde, llevando a segundo término el marquesado de Denia y fijando en Lerma la cabeza de sus estados
El traslado de la Corte española a Valladolid en enero de 1601 fue decisivo para que el Duque de Lerma concibiera la idea de crear una corte propia en su villa, para restringir aún más el núcleo cortesano alrededor de Felipe III, que mostraba escaso interés y poca capacidad por los asuntos políticos y de gobierno.
Veinte años se mantuvo el Duque de Lerma como privado del rey. Durante este período Lerma se vio engrandecida y favorecida. Bajo su patrocinio, entre 1600 y 1617, se erigió uno de los conjuntos histórico-artísticos mejor conservados de España, en estilo Herreriano. En él intervinieron los mejores arquitectos reales de la época, Francisco de Mora, Juan Gómez de Mora y Fray Alberto de la Madre de Dios.
Lerma se convirtió en Corte de Recreo, adonde acudían personajes relevantes y artistas (Góngora, Lope de Vega ... ), y se celebraban fiestas y banquetes en honor de los Reyes de España. En Lerma nació el séptimo hijo de Felipe III, la Infanta Margarita, que fue bautizada con toda pompa y solemnidad en el Convento de las Clarisas.
Obtuvo el Duque exorbitantes concesiones reales, en títulos y riquezas. El ducado de Lerma comprendía 40 villas y lugares de señorío y seis de behetría, que con sus impuestos engrosaron las arcas ducales. Parte de ellos los invirtió Don Francisco en la construcción de edificios en su villa: el Palacio Ducal, la Plaza Mayor de Armas con sus edificaciones, seis monasterios y una Iglesia Colegial, aparte de reparaciones en otros edificios; también estableció una industria de paños y tintes, una imprenta con licencia real, y un hospital. Antes de su precipitada caída del poder, se acogió a la dignidad cardenalicia, para escapar a las iras y a las amenazas de sus numerosos enemigos. Alejado de la Corte en 1620, los últimos días de su vida transcurrieron entre Lerma y Valladolid, obligado a devolver las enormes sumas que había defraudado, muriendo en Valladolid en 1625. Sus sucesores, entre pleitos y devoluciones, hicieron que aquel conato de vida cortesana se fuera apagando, y quedara olvidada la villa.
Muchos escritores de los siglos XVIII y XIX relatan en sus crónicas viajeras los encantos pintorescos y exóticos de esta villa castellana, destacando la monumentalidad y frialdad del Palacio Ducal, y la belleza del paisaje. Durante la Guerra de la Independencia fue ocupada por las tropas francesas, al ser paso obligado y punto de apoyo necesario en las rutas de correos y convoyes, y, a pesar de la casi continua guarnición extranjera, centro de operaciones de grupos guerrilleros. La retirada de las tropas imperiales trajo consecuencias nefastas: incendiaron el Palacio y saquearon los conventos, perdiéndose joyas y obras de arte de un valor incalculable. Durante las guerras carlistas, los "soldados liberales" convivieron en armonía pacífica con los religiosos de la villa. El Decreto desamortizador de Mendizábal supuso un duro golpe para la vida monástica. Se abandonaron propiedades y de los seis monasterios, tres quedaron deshabitados.
A pesar de las guerras, desamortizaciones... Lerma puede presumir de su rico patrimonio, y todos aquellos que la visitan quedan sorprendidos de su historia. Ésta es relatada por lo Guías del CIT de Lerma en las "Visitas-Guiadas" que acercan al turista a la época del S. XVII, rememorando las soberbias fiestas del Duque, visitando la Colegiata y Monasterios, los pasadizos, la vida del heroico Cura Merino...
Hoy en día Lerma es una de las villas más visitadas en la provincia de Burgos, conservando el tesoro legado por sus antepasados, con un futuro prometedor en cuanto a Turismo (motor de la comarca); con el Parador Nacional; el Polígono Industrial; empresas de embutidos, bizcochos, o textil, los Vinos de la "Ribera del Arlanza"...
En Lerma se puede visitar:
Palacio Ducal (1601 - 1617): Característico de la época de los Austrias, el Duque de Lerma aprovechó el emplazamiento del antiguo castillo medieval y según las trazas de Francisco de Mora fue construido en sucesivas fases, como morada de los Duques a la vez que aposento para la corte de Felipe III, con motivo de los retiros cinegéticos en la villa.
La disposición es característica de los palacios castellanos: un patio central rodeado de galerías columnadas, alternando dos cuerpos: el primero, de 20 columnas de orden toscano con arcos de medio punto y el segundo de 20 columnas de orden jónico; siendo las columnas de una sola pieza. Arranca también desde este patio una suntuosa y amplia escalera claustral.
La fachada principal está fabricada con sillares, su portada se acompaña de pedestal, columna y capitel a cada lado, en que se basa un frontispicio semicircular, con labores de arquitrabe. Toda la fachada queda rematada por una fuerte cornisa de piedra y por encima se elevan las cubiertas de pizarra, con sus buhardillas. Sobre aquellas cornisas y en las cuatro esquinas arrancan sus cuatro torreones rematados por chapiteles también cubiertos de pizarra, con gran bola, veleta y cruz.
Todo el Palacio estaba compuesto por 210 balcones de hierro y 135 ventanas entre buhardas y rejas.
El Palacio fue utilizado como cuartel general durante la invasión napoleónica, perdiendo sus cuatro chapiteles. Ha sido rehabilitado hace unos años como Parador de Turismo, recobrando el encanto perdido en los siglos pasados.
Plaza Mayor: Frente a la fachada principal del Palacio se extiende un espacio de planta rectangular, limitada en sus otros lados por tres "cuerpos de edificios". Tiene 75 columnas de trozos de cantería con sus pedestales. Sobre las columnas, edificado en ladrillo, corre el segundo cuerpo con 72 balcones.
La plaza era el marco ideal para las fiestas privadas (corral de comedias, lidia de toros a caballo, juego de cañas, luminarias, mogigangas...), Lope de Vega o Góngora acudían a Lerma a representar sus obras teatrales en la Plaza. Pero el Duque ideó una variante bárbara de la Fiesta Nacional y que mucho divertía a los cortesanos, que consistía en un despeñadero para el toro; una vez toreado era incitado al balcón volado y éste moría desnucado, precipitado por la pendiente hasta el río. De 6.862 metros cuadrados es una de las plazas más grandes de España.
Ex-Colegiata de San Pedro (1613 - 1617): El Arzobispo de Sevilla, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, tío del Duque, concibió el proyecto de dotar a Lerma de una Iglesia de grandes dimensiones y eligió la existente de San Pedro para ampliación y reforma. A petición del Duque, la parroquia de S. Pedro había sido convertida en Colegiata en 1606 por el Papa Paulo V, quien mediante una Bula la hizo con dependencia directa de la Santa Sede y no del Arzobispado de Burgos.
El Duque continuó la obra emprendida, dotándola de mayor amplitud, altitud y conservando las bóvedas de estilo gótico. Los planos son obra del arquitecto Fray Alberto de la Madre de Dios, quien en 1613 inició la reforma. De planta de salón con tres naves, dispone de girola y capillas laterales, coro, trascoro, contaduría y baptisterio. La fachada típica herreriana destaca por su monumental portada principal, con dos columnas dóricas sujetando un entablamento decorado con los escudos ducales en las metopas, coronado por cornisa rematada por bolas. En el centro, una hornacina con frontón semicircular y la imagen de S. Pedro. Como curiosidad, destaca la puerta que es la original de 1616 de madera de pino y con clavos de bronce.
El bello retablo mayor es de estilo barroco, con abundante decoración, toda ella dorada, columnas salomónicas, decoración vegetal, estípites, amorcillos.
En el interior destaca por su belleza y solemnidad la estatua orante del tío del Duque, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval realizada en bronce por Juan de Arfe. También destacan los famosos órganos de 1615-16, construidos por Diego de Quijano, Organero mayor de Felipe III. En la sacristía retratos del Duque, obra de Juan Pantoja de la Cruz, el pintor de cámara de Felipe III; la cajonería de madera de nogal, cantorales, calvario y sobretodo, la preciosa mesa taraceada regalo de Papa Paulo V realizada con gusto oriental y técnica italiana.
Pasadizo del Duque de Lerma: En marzo de 2007 quedó inaugurado el nuevo "Pasadizo de los Arcos"; el pasadizo creado a comienzos del S. XVII que unía el Palacio del Duque de Lerma y la Iglesia Colegial de S. Pedro Apóstol. Hoy el tramo visitable es la unión de los Monasterios de Sta. Teresa y Sta. Clara en el Mirador de los Arcos. Es el único tramo conservado de las galerías cubiertas que comunicaban en el S.XVII, el Palacio Ducal con las iglesias y conventos de la localidad para que el Duque, el Rey Felipe III y sus más allegados pudieran desplazarse a los distintos oficios sin pisar la vía pública. Este tramo fue construido hacia 1609, siguiendo la tradición renacentista italiana y conforme a la concepción palaciega y urbana de los Austrias, a instancias del valido de Felipe III.
Una vez recuperado el espacio de este singular monumento, la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León ha realizado una instalación de carácter audiovisual en la que se ofrece información sobre el personaje y la época del Duque, las características de la monarquía a principios del siglo XVII y la relevancia de la villa en sus momentos de esplendor.
Sin embargo, una parte importante de esta instalación se dedica precisamente a la decadencia del Duque, a la pérdida del favor real, las sátiras políticas y las habladurías de sus conciudadanos, todo ello a través de proyecciones, creaciones virtuales y efectos sonoros en un ambiente evocador y sombrío.
Plaza de Santa Clara: Plaza recoleta, entre el monasterio de Sta. Teresa y Sta. Clara. En el centro de la misma, se encuentran los restos del famoso héroe y guerrillero durante la Guerra de la Independencia, "El Cura Merino". En 1808 los ejércitos franceses saqueaban los pueblos de la comarca para aprovisionarse de víveres; él, perfecto conocedor de toda la zona, les hizo frente con una partida de 2.000 hombres, controlando el Camino Real, apresando convoyes y correos de los franceses. Por sus acciones victoriosas fue nombrado Capitán y Teniente Coronel sucesivamente. Ganó 58 batallas a las tropas franceses destacando la toma de Roa, el rescate de Burgos, Ezcaray, Hontoria del Pinar, Quintana del Puente y la brillantísima intervención en la batalla de Vitoria. De él dijo Napoleón que "prefería la cabeza de ese cura a la conquista de cinco ciudades españolas". Fue nombrado Mariscal de Campo por Fernando VII. Posteriormente luchó al lado del bando carlista al mando de 11.000 hombres. Falleció exiliado en Alençon (Francia) en 1844; y desde mayo de 1968 descansan sus restos junto al "Balcón de Arlanza".
El Mirador de los Arcos con recias arcadas que se levantaron como apoyo del pasadizo ducal. Se proyectó por Juan Gómez de Mora. En el S. XVIII fue restaurado por el Duque del Infantado, cuyo escudo en piedra aparece en el centro. Estos arcos abren una magnífica perspectiva visual hacia la vega del río Arlanza. Actualmente el pasadizo ducal está rehabilitado y abierto a las visitas.
Convento de San Blas (1613 - 1617): Unido al Palacio, por un pasadizo volado de tres arcos hasta el S. XIX. La fundación del monasterio dominico de San Blas fue la que proporcionó mayor orgullo de cuantas edificaciones religiosas levantó el Duque en Lerma. Al ostentar el patronazgo de la Orden y según las disposiciones del Concilio de Trento, trasladó en 1612 la Comunidad que habitaba en el Tovar (Cifuentes) a su villa. Fray Alberto de la Madre de Dios realizó las trazas del convento, siendo el retablo mayor obra de Juan Gómez de Mora, que aprovechó algunas piezas de uno antiguo. Se distribuye en cuatro cuerpos de arquitectura, con columnas, pilastras y nichos, siendo todo él dorado. Los lienzos son del pintor del duque, Pedro Antonio Vidal. En el centro, una hornacina con una talla del siglo XVII de San Blas, con las reliquias del Santo en el pecho; muy veneradas el día 3 de febrero con la bendición de las roscas típicas de dulce o de pan. En el crucero destaca el Cristo Crucificado, de la Escuela Castellana de Gregorio Fernández del S. XVII, y la Virgen del Rosario de gran belleza y calidad artística. La cúpula de media naranja y linterna, cuyos pilares duplicados levantan cuatro arcos torales con sus pechinas y con franjas entre recuadros y triángulos. La amplia pieza abovedada que se encuentra detrás de la Iglesia del monasterio acoge un valioso relicario donado por el Duque. En la actualidad lo habitan MM. Dominicas de clausura y realizan vistosos trabajos de cerámica pintada a mano.
El horario de los oficios de la Iglesia de este convento es: Diario 08:00 h Domingos y Festivos: 11:00 h.
Convento de La Ascensión de Nuestro Señor (1604 - 1610): Es el más antiguo de los monasterios de Lerma. Fue fundado por el hijo del Duque, D. Cristóbal y su esposa Mariana de Padilla; encargándose de las obras el maestro Pedro de Pedrosa. La Iglesia de gran sencillez, con planta de cruz latina, sencillo retablo destacando en el centro del mismo el detalle de la Ascensión. El crucero tiene bóveda rebajada, adornada con los escudos de los fundadores. De admirar son los grandiosos cuadros de Bartolomé Carducho. Posee una cripta, que sirvió de enterramiento hasta 1891. En la parte baja del coro destaca un relicario con esculturas de Lesmes Fernández del Moral, y un bello Cristo Yacente de Gregorio Fernández. En 1650 se le añadió la fachada. El 10 de Junio de 1610 fue bautizada en este monasterio la Infanta Margarita Francisca, hija del Rey Felipe III.
Hasta finales de 2010 lo han habitado MM. Franciscanas Clarisas. Desde esa fecha se denominan: "IESU COMMUNIO", nuevo Instituto religioso bajo el amparo del Papa Benedicto XVI, manteniendo la vida contemplativa. En su nuevo carisma, ocupa lugar principal la evangelización de las jóvenes. Realizan deliciosos trabajos de repostería que se pueden adquirir en el torno del monasterio.
Convento de La Madre de Dios (1608 - 1610): Situado en el extrarradio, junto a la antigua N-I; fundado por motivos de carácter familiar por el Duque de Lerma, ya que como priora de su fundación entró la suegra de su primogénito, la condesa de Santa Gadea. Las obras se iniciaron en 1608 con la intervención personal del arquitecto Francisco de Mora, aunque las trazas definitivas fueron aprovechadas por Fray Alberto de la Madre de Dios. El convento es austero, clásico, monótono, sin casi elementos decorativos, como era norma en las obras del carmelita. La Iglesia es de sencilla planta de cruz latina, con coro a los pies, y un retablo de orden clasicista, con columnas de estilo corintio. Destaca la talla de Santa Teresa del S. XVII, y la Virgen del Carmen existentes en La Iglesia del Monasterio.
Habitado hasta finales de 2016; las Carmelitas Descalzas que quedaban en el Monasterio se desplazaron a otro monasterio de la misma Orden en ala localidad conquense de Villanueva de la Jara.
Convento de Santa Teresa (1617): Construido para los frailes carmelitas, fue inaugurado en 1617, asistiendo Felipe III con toda su Corte. Destaca la Iglesia de planta de cruz latina, con fachada de piedra de sillería, dos pilastras dóricas arquitrabadas, que tienen un frontón triangular. En el centro, una hornacina con frontispicio semicircular rematado por bolas, con la imagen de la Doctora de la Iglesia. Encima se abre una ventana para dar luminosidad al coro alto de la Iglesia; a ambos lados, cuatro carteles rehundidos y los Escudos de los Duques y de la Orden Carmelita.
En la actualidad la Iglesia se utiliza como Parroquia de Lerma, desde el 1 de Noviembre hasta mediados de Mayo, fecha en la que los oficios pasan a la ex-colegiata de San Pedro, con los siguientes horarios: Diario a las 20:00h., Domingos y Festivos 13:00 h.
En el Monasterio cuyo claustro central dispone de dos planas y sótano, hoy alberga Ayuntamiento, Juzgados, Oficina de Turismo y Centro de Interpretación de la Villa Ducal.
Convento de Santo Domingo (1613 - 1617) : También el Duque decidió construir un convento para sus protegidos frailes dominicos, encargando las trazas a Fray Alberto de la Madre de Dios. Destaca la fachada principal de la Iglesia con elementos barroquizantes; aparecen los escudos de los Duques de Lerma y la imagen del Santo fundador de la Orden de Predicadores. Corona una magnífica espadaña.
En 1617 se acabó de construir, costando 20.000 ducados. Juan Gómez de Mora proyectó el retablo mayor; el obispo de Cuenca regaló los cuerpos primero y tercero, ya hechos, y el carpintero de Lerma, Pedro García tuvo que acoplarlos y adaptarlos al proyecto de Mora.
Después de la invasión napoleónica y tras sufrir un gravísimo incendio en el S.XX, fue deshabitado por parte de los frailes; utilizado como cuartel y muchos años Instituto para Lerma y su comarca. En la actualidad, es complejo de usos múltiples del Ayuntamiento.
En la zona medieval destacan:
Casas Medievales: Pasando el arco de entrada, llegamos al casco urbano medieval; la antigua plaza de la villa con sus típicos soportales, calle del Reventón, la Paloma, de Santa Caliopa o de José Zorrilla, donde poseía éste una casa que aún hoy se conserva.
Al finalizar el S. IX Lerma se encontraba amurallada; y en el centro del caserío se levantaba la primitiva Iglesia de San Juan, hoy llamada Ermita de la Piedad, utilizada actualmente como Museo.
Puente Medieval: Con toda seguridad existió un primitivo puente, en el camino de Lerma a Burgos, que salvara el paso del río Arlanza. El nuevo puente no se levantó hasta la fortificación de la villa lermeña. Se construyó con sillares de piedra y estaba provisto de pilares tajamares y estribos.
El Duque creó en la vega del río un precioso jardín, con huerta y coto privado de caza. Los jardines lo componían estanques con cisnes, cenadores, fuentes de alabastro, paseos cubiertos... Además el Duque construyó 7 ermitas que añadían devoción a la hermosura del parque. El Papa Paulo V en 1609 concedió a los fieles que orasen en cada una de estas ermitas, las mismas indulgencias que gozaban los que visitaban las siete Iglesias de Roma. En la actualidad podemos contemplar la del Humilladero, como único vestigio de la fastuosidad de los jardines.
En Lerma se puede disfrutar de las Fiestas Patronales (8 de Septiembre) dedicadas a la patrona, la Natividad de Nuestra Señora. El domingo siguiente a la festividad de la Patrona, se celebra la romería a la Ermita de la Virgen de Manciles. Además también se celebra San Antón (17 de Enero), San Blás (3 de Febrero), la Feria de la Maquinaria Agrícola (1, 2 y 3 de Mayo), y la del Lermeño Ausente (Primer fin de semana de Agosto).